Y cuando esté caminando entre las dunas del Sahara, acompañada por nadie más que por mi misma, me preguntaré... ¿para que diablos quería esto? Hace calor, estoy pegajosa, la arena se me mete en los ojos y en las alpargatas y me quema los dedos de los pies... solo espero el dulce momento de empezar a alucinar, nuevamente a alucinar como cuando en el bosque de ventanas tomé la decisión que me trajo acá
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