sábado, 22 de mayo de 2010

<3 <3 <3 por partes

Me encanta esa emoción cuando estoy a punto de comprar ese bolso maravilloso de piel con remaches que vi en una tienda en el mall cuando iba al banco. Es el mismo sentimiento que cuando conoces a alguien interesante, o cuando notas a una persona que ya conocías.
Ese sentimiento es uno de tres etapas según mi teoría: deseo, placer y satisfacción. El problema radica en a cual de las etapas le das más importancia tú o a cual le dedicas más empeño, dado que requieren diferente nivel de compromiso las tres.
En el deseo detectas alguien que te llama la atención y lo quieres, lo piensas… lo idealizas en realidad. Te preguntas si combinará con lo demás de tu vida, si será alguien con quien compartir tu vida diaria o por el contrario una amistad de esas especiales que guardas en una cajita para solo ciertas veladas. Este pensar te hace dudar de ti mismo, empiezas a actuar con más cuidado, a hablar y moverte pensando en qué pensará él o ella, te da miedo mostrarte como eres tu al 100% como lo harías con tus amigos más cercanos.
Requiere muy poco esfuerzo y por si mismo te absorbe, es tan intenso como el crack, quieres más todo el tiempo sin pensar que si sigues pensando en ello, se acabará y pasará la oportunidad de superar la etapa. El deseo mismo, ese burbujeo en el estómago seguido de cosquillas que se disipan por tus extremidades, te lleva a buscar el siguiente paso, el placer. Cuando estás en la etapa de deseo toda esa idealización que haces es pensando en cuando obtengas el placer
El placer es cuando has logrado conquistar la meta, cuando es tuyo (a) y sientes que te invade una energía extraordinaria, como si todos tus órganos fuesen eléctricos… más bien como si estuviesen llenos de helio y a punto de estallar. Durante la etapa del placer solo sientes, no piensas ni ves.
Con respecto al bolso de piel, muchos dicen que si te ha costado conseguirlo ese placer te durará más, personalmente creo que eso se educa, tú aprendes a valorar lo que alcanzas más o menos sin importar si tuviste que trabajar por el horas extra por meses o no.
Pero, ¿cuál es más importante? ¿Cuál es más gratificante? Cada uno de nosotros escogerá de acuerdo a sus prioridades. Como al tomar un buen vino, disfrutas más mirar su color sangre de toro a través de la copa, u olerlo y llenar tu nariz del afrutado, ácido, intenso. O aprecias más el llevarlo a tu boca y paladearlo, sentir que tus papilas despiertan ante el toque amargo, tus mejillas arden al sentir el toquecito alcohólico.
El último es el más difícil: la satisfacción. Esta es más profunda y menos sensorial, pero si la trabajas la más duradera. Es más, en esta es en la que hay que esforzarse para tener una relación exitosa. Me parece que la satisfacción es mucho más psicológica, cuando das un paso atrás y ves lo que ha pasado. Cuando te separas de esa persona después de un maravilloso beso, abres los ojos y contemplas su cara, cuando piensas en los efectos secundarios de lo que has hecho, o si acaso los quieres.
Cada vez que decido mi atuendo diario y pienso en lo bien que le combina ese bolso… por días y días hasta que empieza a gastarse, es ahí donde debo trabajar en la satisfacción. Muchos solo lo tirarían y consiguen uno nuevo, otros le buscarán nuevas asas, nuevo forro, o lo guardarán en el closet hasta que reviva esa moda y puedan sacarlo a pasear, al cine y por cena conservando ese amor que sintieron la primera vez que lo vieron.
Conservar la satisfacción conforme pasa el tiempo te hace una persona más feliz y completa que vivir de deseo en deseo, a mi parecer. Y aunque la ruleta de los clichés esté loca últimamente como brújula en la casa de Santa, me parece que no depende tanto del sexo la decisión de perseguir los deseos o conservar una buena satisfacción si no creo que la cultura y tu ambición son los guías.