lunes, 1 de febrero de 2010

Se sentía como gato encerrado, en violentos espasmos se retorcía dentro de sí el grito que dejaría escapar el día que finalmente renunciara... lo sentía crecer como la espuma, escalar por su garganta hasta tocar el extremo de su lengua donde se apaciguaba otra vez. Lo que le preocupaba era que cada vez que tenía un ataque de estos subía más rápido, y un día no podría contenerlo más.

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